martes, 5 de abril de 2011

polos opuestos se atraen

Me siento rara, liberada. Como si me hubiese quitado un peso gigante de encima. Hoy me he dado cuenta de que no eres tú, de que todo el dolor que sientes te está pudriendo por dentro. Mi niño dulce ya no está. Se fue, y dudo que vaya a volver. No quiero pensar que vuelva... Hoy las esperanzas que tenía desde que esto acabó, y que iba arrastrando, han desaparecido. Me siento libre. Libre por pensar que aunque me quieres, no volverás. No eres capaz de volver y mirarme a la cara, y decirme todas esas burradas que salían de tu boca. Ya, ya lo se, hablaba tu rabia. Y te piensas que me engañas...
¿Cómo he acabado así? ¿Cómo he acabado queriéndote? Tú, la persona más diferente a mi del mundo. Pero eras tú con quien imaginé mi vida entera, y no con ninguno otro por el que haya llorado. Porque fue corto, pero intenso. 
¿Sabes? No te lo mereces, pero cuidaré de tí de lejos. Se que sería capaz de perdonarte muchas cosas, pero mi dignidad no me deja perdonarte nada más ya. Ojala no vuelvas, porque si lo haces igual mis argumentos no son tan sólidos. Quizás vuelva a flaquear y caer en este bucle en el que llevamos meses metidos. Dime por qué, porque no puedo explicarmelo. ¿Qué tenemos que no podemos estar juntos, pero que nos morimos si estamos separados? Niegalo todo lo que tu quieras... pero sabes que tengo razón. Que por mucho que me digas no hace tanto que me hiciste prometerte que me casaría contigo, que te querría siempre.
¿Y sabes que más? Que me hice la dura, que no te lo prometí a tí, pero sí me lo prometí a mi misma...

Que te voy a querer siempre.



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